Archivos de Categoría: Lugares abandonados

Erupción del Paricutín

En febrero de 1943, una violenta e inesperada erupción volcánica en el estado mexicano de Michoacán se llevó por delante las casas de varias poblaciones y dejó como único superviviente la iglesia de San Juan Parangaricutiro.  Aislada en un mar de destrucción, la torre de la vieja iglesia resistió milagrosamente a las lenguas de  lava y quedó como único testigo de la gran catástrofe.


La iglesia de San Juan permanece hoy día en pie como un lugar congelado en el tiempo. Las casas y los comercios de la antigua población duermen sepultados bajo las rocas; sobre ellos, erguida y desafiante, la torre del campanario es la única señal de vida en muchos kilómetros a la redonda.

 El volcán Paricutín, protagonista de aquella destrucción, nació por sorpresa el día 20 de febrero de 1943 en una llanura donde hasta entonces no se conocía actividad volcánica alguna. Aquel día, el campesino Dionisio Pulido entró en la historia de la vulcanología y se convirtió en la primera persona que presenció en directo el nacimiento de un volcán. Según él mismo relató, se encontraba arando cuando escuchó un fuerte temblor y contempló con sus propios ojos cómo se abría la tierra y comenzaba a escupir vapor y piedras.
 
En las siguientes 24 horas, el Paricutín se levantó siete metros del suelo mientras arrojaba al aire todo tipo de material volcánico. Al cabo de una semana, la montaña de ceniza ya alcanzaba los 50 metros y continuó creciendo hasta alcanzar los 600 metros de altura.

En la actualidad, el lugar se ha convertido en un centro de atracción para turistas y en un motor para la economía de la zona. Los guías muestran a los visitantes los restos de la torre que sobrevivió y los de la que todavía estaba en construcción, así como el altar y la pila bautismal que se conservan en bastante buen estado. Además, el volcán Paricutín empieza a ser conocido en todo el mundo y ha sido incluido en algunas listas como una de las siete maravillas naturales.

El autódromo de Sitges

En 1923 se inauguró cerca de Sitges el mítico circuito de Terramar, el primer circuito permanente de nuestro país con un coste de cuatro millones de pesetas. Durante años, se celebraron algunas pruebas importantes en este circuito, incluido el primer Gran Premio de España, pero los problemas económicos lo fueron arrastrando rápidamente hacia el olvido. Hoy día, el circuito de Sitges permanece escondido y olvidado en mitad de un secarral apenas visible desde el satélite. A su actual dueño, un campesino que no quiere vender el terreno, no le gustan mucho las visitas, así que los pocos aficionados que conocen su ubicación se arriesgan de vez en cuando a realizar una incursión a escondidas.
 
 
 
Antes de construirse el circuito de Sitges, las competiciones automovilísticas habían tenido lugar en carreteras abiertas al tráfico, por lo que aquel Gran Premio de España de 1923 fue el primero en nuestro país celebrado en una instalación cerrada. Aquella primera prueba resultó especialmente espectacular gracias al trazado oval del circuito y a los peraltes casi verticales de sus curvas.
 
 
 
Pese a su prometedora proyección, el circuito comenzó un rápido declive nada más terminar aquella carrera. Las deudas contraídas con los constructores provocaron que éstos se quedasen con la recaudación de las entradas y no fuera posible pagar a los ganadores. Como consecuencia, la Federación Internacional prohibió la celebración de más carreras importantes.
 
 Durante los siguientes años hubo gran interés por recuperar el circuito. En los años 30 fue vendido a un gran aficionado llamado Edgar Morowitz, que llegó a conseguir que se hiciesen carreras de motos del campeonato de España, e incluso organizó algunas pruebas espectaculares como carreras de coches contra una avioneta.
 
 
 
Sin embargo, la lejanía de Barcelona terminó por ser un impedimento para la llegada de aficionados, y el circuito terminó sumido en el olvido en el que hoy permanece.
 

Hotel Ryugyong en Corea del Norte



El «coloso» de Corea del Norte, también conocido como Hotel Ryu-Gyong, Hotel Yu-Kyung o Edificio 105, es un rascacielos sin terminar, situado en Corea del Norte.  El edificio es un armazón de hormigón vacío que mide 330 metros, tiene 105 plantas y una superficie de  360.000 m². Por el momento permanece inacabado e inhabitado. Su construcción se inició en 1987, en respuesta a la creación de otro hotel en Singapur (Corea del Sur), en una especie de competición entre ambas potencias vecinas.
Ciertas complicaciones con la calidad y la entrega de los materiales hicieron que el coste de la construcción se disparase. Es por ello que se optó por su abandono en 1992. Actualmente, el rascacielos -que conserva todavía una grúa en la parte superior- se considera totalmente inservible ya que, según expertos, el hormigón no cumple con los márgenes de seguridad.
 Se trata de un edificio que despierta la fascinación de los internautas por todo el planeta ya que si se hubiera terminado, hubiera alcanzado otro récord: el de ser el hotel más gigantesco del mundo.
Éste sería el aspecto del hotel visto desde el Google Earth:

Detroit: ciudad fantasma

A principios de 1950, la ciudad americana de Detroit (Michigan) se convirtió  en la capital del automóvil.  Cientos de empresarios instalaron sus empresas y otros cientos de trabajadores crearon sus hogares allí, en la que prometía ser una próspera ciudad en el  futuro. Fue la sede de las principales compañías automovilísticas (Ford, General Motors y Chrysler).
 Sin embargo los pronósticos no fueron los esperados. Sacudida por la crisis del sector del automóvil y la fabricación de modelos mucho más baratos por parte de los japoneses, la ciudad fue quedando despoblada. En 1970, la población optó por emigrar hacia otras ciudades más prósperas económicamente y en su huida dejaron abandonadas iglesias, escuelas, bibliotecas, teatros, juzgados, hoteles, comisarías y otros muchos edificios.
En la actualidad más de 32.000 casas están abandonadas, expuestas al vandalismo. El edificio fantasma más grande de Detroit es el Book Tower, una torre renacentista de 145 metros de altura y 38 plantas que ahora está completamente deshabitada. La Michigan Central Station es otro ejemplos de edificio fantasma. El Teatro Michigan es ahora un aparcamiento.
En el año 2005, los fotógrafos franceses Yves Marchand y Romain Meffre se toparon en internet con una fotografía de la estación central de Michigan abandonada. Cautivados por la escena, ambos viajaron hasta Detroit durante varias semanas entre 2005 y 2009 y retrataron el interior de decenas de edificios abandonados en el centro de la ciudad. El resultado de todo este reportaje fotográfico fue la publicación de un libro llamado “The Ruins of Detroit”, en el que se puede observar el declive y la decadencia sufrida por la ciudad a nivel económico, social y urbanístico. El sueño americano se esfumó para muchos.
A través de éstas fotografías podemos ver el estado ruinoso en que se encuentran actualmente sus edificios. Da la impresión de  que la gente ha huido a toda prisa, olvidando sus objetos personales (pianos, libros y otras pertenencias). Muchas de las imágenes parecen sacadas de una película de terror o de una situación post-apocalíptica, como si una gran catástrofe se hubiera apoderado de Detroit y hubiera obligado a todo el mundo a huir a toda prisa, abandonando sus hogares y lugares de trabajo. Los edificios están desiertos, decrépitos, sin rastro de humanidad, llenos de recuerdos y reminiscencias  de las personas que un día los habitaron.
Aquí os dejo una muestra de las fotografías realizadas por Yves Marchand y Tomain Meffre. Juzguen por ustedes mismos, ya que una imagen vale más que mil palabras.
Atrium, Farwell Building
18th floor dentist cabinet, David Broderick Tower
Donovan Building
David Whitney Building
Bagley-Clifford Office of the National Bank of Detroit



United Artists Theater
William Livingstone House
Former Unitarian Church
East Methodist Church
Biology classroom, Wilbur Wright High School
Vanity Ballroom
Jane Cooper Elementary School, Spring 2009
Highland Park Police Station
Ballroom, Lee Plaza Hotel
Packard Motors Plant

Cementerio de anclas en la isla de Tavira

Situada en la isla de Tavira, en la región portuguesa de El Algarve, existe una playa donde se amontonan más de doscientas viejas anclas oxidadas. Aunque las anclas han sido colocadas cuidadosamente por la gente del lugar, el cementerio conserva el misterio y el encanto propios de los lugares abandonados.

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Estas anclas pertenecen a los viejos barcos atuneros que debido a la falta de recursos han ido dejando la actividad durante los últimos años, ya que actualmente la isla vive del turismo. En este peculiar cementerio las anclas yacen sobre la arena como extrañas esculturas, como viejas huellas de un pasado que ya no existe.
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